Por ALB Consultora
Contexto
En el ámbito laboral, uno de los errores más frecuentes —y peligrosos— es subestimar los riesgos porque “siempre se hizo así” o “nunca pasó nada”. Esta falsa sensación de seguridad, basada en la costumbre o en la repetición de tareas sin incidentes previos, puede convertirse en un factor de alto riesgo para la integridad de los trabajadores y la continuidad operativa.
La trampa de la familiaridad
Cuando una tarea se realiza de forma repetida durante años sin que ocurra un accidente, es natural que las personas bajen la guardia. Sin embargo, la ausencia de incidentes no significa ausencia de peligro. Lo que en realidad sucede es que el riesgo sigue estando presente, pero ha sido normalizado.
Este fenómeno, conocido como “ceguera al riesgo”, lleva a minimizar señales de advertencia, omitir controles o ignorar procedimientos de seguridad porque parecen innecesarios o exagerados.
¿Por qué no debemos confiar solo en la experiencia?
La repetición no elimina los riesgos, solo reduce la percepción de los mismos.
Los entornos cambian: una herramienta mal mantenida, un nuevo operador o una condición climática distinta pueden alterar el resultado.
La rutina genera confianza excesiva, lo que puede llevar a decisiones apresuradas o a saltear pasos críticos.
¿Cómo prevenirlo?
La prevención en estos casos requiere ir más allá del cumplimiento básico. Se trata de romper la inercia de la rutina y mantener activa la percepción de los riesgos. Algunas acciones clave son:
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Capacitación continua: No basta con una sola inducción. Es fundamental realizar capacitaciones periódicas que incluyan análisis de accidentes reales, videos, charlas y espacios de reflexión sobre “cómo podría salir mal” una tarea habitual.
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Observaciones conductuales de seguridad (OCS): Realizar observaciones en campo permite detectar actos inseguros antes de que se conviertan en incidentes. Estas observaciones deben ser constructivas, participativas y enfocadas en el aprendizaje.
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Rotación de tareas y pausas activas: Cambiar de tarea o permitir pausas puede cortar el piloto automático y ayudar a los trabajadores a volver a enfocarse.
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Checklist dinámicos y recordatorios visuales: Usar listas de verificación simples y visibles en el lugar de trabajo ayuda a reforzar los pasos críticos, especialmente en tareas rutinarias.
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Promover una cultura de alerta: Incentivar a los trabajadores a reportar desviaciones, sugerir mejoras y compartir lecciones aprendidas fortalece la cultura preventiva. Reconocer estas acciones públicamente también motiva al resto del equipo.
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Auditorías enfocadas en comportamientos y no solo en documentación: Ver cómo se ejecutan las tareas en la práctica ayuda a detectar desvíos que el papel no muestra.
En Síntesis...
La experiencia es valiosa, pero no reemplaza la evaluación de riesgos. En seguridad laboral, la confianza ciega en la rutina puede volverse el mayor enemigo. Cuestionar los hábitos, revisar los procedimientos y mantenerse alerta es clave para prevenir accidentes y proteger lo más importante: la vida.
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